La fe de Madre Isabel es un don recibido de Dios que fue fortalecida
por sus padres, sobre todo por su mamá ( la Baronesa Gabriela
Berlingiieri) dedicada a la educación religiosa de sus hijos, ejemplo de
vida de fe, de devoción, de generosidad y desprendida de las cosas materiales.
Isabel era la mayor de sus hermanos y
quería que todos se preocuparan con verdadera responsabilidad a instruirse de
vivir la verdadera fe cristiana.
A la muerte de su padre, llena de
dolor, pero llena de fe y de esperanza se va ante la imagen del Sagrado corazón
de Jesús y reza mucho por el eterno descanso de su padre, confiando en que ya
estaba en el cielo. Cuando estaba muy
enfermo, les pedía a sus amigas que rezaran por él.
Su
fe fue creciendo a medida que crecía en edad. Al recibir la comunión por
primera vez y con su confirmación se
comprometía cada día más con Dios y con los valores enseñados en su hogar y en el colegio de las hermanas.
Cuando contaba con 20 años de edad sufrió
mucho por la incomprensión de sus familiares, sobre todo de su mamá que no quería
que ella fuera hermana.
Isabel tuvo fe, gran fe, mucha fe y triunfó.
Sin fe es imposible agradar a Dios.
El bien verdadero y la única
riqueza de este mundo, es solamente Dios.
Isabel así lo comprendió y se entregó a
Dios en alma y cuerpo, convencida que esa era
la única vía de entrar al paraíso.